miércoles, 18 de octubre de 2006

Averiguaciones para el colega Oliveira

Procedo a contestarle al colega Oliveira, acerca de la posibilidad de que el gobierno holandés lo designe cónsul en Papudo:

En efecto, colega y, permítame decirle, amigo, el gobierno holandés mantiene un programa de reclutamiento de oficiales consulares que abarca todo el ancho mundo, creado en la época de Ludovicus II. Los oficiales así nombrados no reciben sueldo alguno, sino que, al contrario, deben obtener su propia manutención y pagar oportunamente su patente consular. Entiéndase bien e imáginese la realidad de la época: al cónsul le era permitido el pillaje, manteniendo el bajo perfil que correspondía a un súbdito protestante, eficiente en la recaudación o "generación de riqueza" como si ya hubiese leído a Max Weber, pudiendo disfrutar de la protección militar de la armada real, todo a cambio del cumplido y oportuno pago de la tasa o rédito real. Naturalmente, el precio de la patente varía según el lugar de destinación y, según me comentan, no se ha actualizado desde que fue copiada del Cedulario de los Reales Corsos de S.M. Británica. Así, en el cedulario no figura Papudo, pues al tiempo de su confección dicho puerto acababa de ser saqueado por Mr. Sharpe y, estimando la corona británica de la época que no quedaban objetos ni especies para la rapiña, tampoco tendría el cónsul allí destinado de dónde sacar para cumplir sus obligaciones con la corona. Esta situación se mantiene al día de hoy por puro honor a la tradición histórica, la que no da acabada cuenta de lo pujante que es actualmente el señalado puerto.

Sin embargo, no todo está perdido. Uno de los cargos vacantes, me cuentan, es el de Batavia, antiguo leprosario sito en la actual República de Surinam, vacante desde los tiempos de Peter Donders, fraile redentorista que paralelamente a su ministerio apostólico ejerció la labor consular y que se refirió así a las penurias de su oficio: "El trabajo entre los negros cimarrones no va bien. También la adversidad y la cruz vienen de Dios, y nada se realiza sin la cruz”.


El cedulario no aclara, por cierto, cuáles podrían ser las fuentes de ingreso del cónsul al servicio del estado holandés en aquellas tórridas tierras, plagadas de enfermedades, inmoralidad y mosquitos, según dan cuenta algunas cartas del beato. Pero lo importante es que el cargo vacante existe y, he aquí lo novedoso, existe un fondo creado por el fraile para asistir monetariamente a quien tenga los "eggerhitten" ("cojones" en dialecto de Tilburg, provincia natal de fray Donders) para trasladarse al antiguo leprosario a ejercer el noble oficio consular. Este fondo cubre los gastos de traslado y una austera asignación para los primeros tres meses de ejercicio. Tómelo Ud., amigo Oliveira, que Dios, y si no es él, nadie, proveerá.

Se despide attsmo. s.s.s.
Eleuterio Gálvez.

PD: No me sorprende que el Sr. Figueroa, quien efectivamente residió en Recodo, cerca de Zamboanga, hurte el rostro cuando Ud. me menta: aún me debe 1.500 dólares estadounidenses desde la última pelea de gallos a la que asistimos. Mi gallo ganó el lance y el sr. figueroa (así, con minúscula) dijo "voy y vuelvo", queriendo decir que iba a su automóvil a buscar el dinero necesario para pagar su apuesta, siendo aquella la última vez que lo vi.

Respecto de mi amigo Efraim, debo reconocer que talvez mantiene una que otra deuda relacionada con su vocación de intercambio de cannabis. La verdad, esta es la arista reservada de nuestro amigo, y no habría querido referirme a ella. Según me relató en alguna ocasión, la oportuna asistencia médica y terapéutica le permitió apartarse del consumo -y sobretodo del tráfico- de dichas sustancias. Pueda ser que el mal recuerdo que dejó en vuestro interlocutor corresponda a aquella etapa pasada, superada, y no responda a una recaída que, de existir, debe haber comprometido seriamente sus posibilidades de librarse de la prisión iraní. Próximamente nos abocaremos a averiguar sobre su suerte.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querido Gálvez: Seré breve. El asunto de Batavia me resulta poco atractivo. Hablé con un conocido de apellido Donders, tal como el fraile redentorista y me miró como si estuviera delirando. "cachai Surinam Oliveira?" me preguntó. "Es lejos y siempre lejos" añadió cripticamente.
No se qué pensar, por eso ahora mismo consultaré el i-ching.
Su amigo Oliveira

Eulalia dijo...

¿Con qué frecuencia actualiza usted su blog, Señor Cónsul?
Porque aquí queda de usted una española que se ha quedado colgada de su narración.
Hágame el favor de no hacerme esperar demasiado: no sería propio del caballero que -intuyo- es usted.
Un beso final (por hoy)

Anónimo dijo...

Mi Querido Gálvez: Déle Usted lo que solicita Eulalia y continue con la historia. Yo sabré esperar aquí, dándole pena a la tristeza.
Oliveira

Eleuterio Gálvez, el cónsul temerario dijo...

Distinguídisima Eulalia: Consiento en dos cosas. En que me tutee y en acortar las entregas. Razón tiene cuando juzga éstas muy extensas.

Me asilo en sus palabras y me siento autorizado (Ud. me corregirá si no) para tutearla. Para tutearte.
Tu mano beso y brevedad narrativa prometo.
Eleuterio.

Eulalia dijo...

Amigo Eleuterio,
El día de ayer se me olvidó decirte que pocas veces he disfrutado tanto como lectora de blogs como leyendo tu relato.
Y aquí dejo constancia de mi impaciencia por volver a leerte.
Un beso.