lunes, 28 de diciembre de 2009

La Promesa de Antoinette

Fui metido a la fuerza en el asiento trasero de un auto que incluso en Kinshasa ya era viejo, un Peugeot 203, creo. A cada lado y para que no me escapase, sendos guardianes que durante todo el camino sólo miraron al frente. No me vendaron la vista, lo que en principio atribuí a un cierto respeto a mi misión diplomática, aunque luego recordé que en las películas sólo vendan a los que dejan vivos, para que no reconozcan a sus captores, mientras que a los otros para qué.... esto me turbó sólo unos momentos, pues de golpe entramos en el garage de un edificio indefinible y fui llevado a los tumbos a una mazmorra en el subsuelo.
Estaba claro que no se me reconocía inmunidad diplomática alguna.

En primer plano, Antoinette preparando la Parada Militar
No me moví durante dos horas. Al cabo, una gran, corpulenta guardiana, aunque sin mermar esto el irresistible garbo que le concedía su impecable uniforme verde olivo, me interrogó acorde al protocolo y etiqueta en uso. Antoinette se llamaba, hablaba poco francés, me hizo ver, "moi, petit peu francais"; pero tenía, en cambio, gran determinación para cumplir su cometido, lo que graficaba haciendo la señal de "corta pescuezo" con la palma de la mano. Su interés, explicaba, consistía en que yo tradujese la carta que portaba para Lumumba. Por último, me dio a entender que si yo me mostraba colaborador, ella podía ser muy buena conmigo, mientras tomaba mi mano y la ponía alternativamente sobre su pecho y sus partes que podían ser de mi interés; todo con una rara sutileza. La carta estaba escrita en algo que me sonaba a escandinavo, en cualquier caso una lengua desconocida para mí, lo que por ahora no revelé.
Antoinette se puso cada vez más insistente en lo de requerir información y también en su promesa de premiación, lo que me impedía toda concentración en el texto de la misiva. Había oído rumores sobre la intervención de la CIA en los últimos acontecimientos en curso, escandandalizada por el apoyo soviético para sofocar la sublevación de la provincia de Katanga. Si era ya imposible sacarse de encima la sospecha de colaborar con Lumumba y sus mercenarios soviéticos, era mejor jugar el juego. Ensayé:
"El portador de esta misiva, junto con entregar los saludos revolucionarios de los movimientos populares latinoamericanos, lleva información útil sobre el apoyo militar comprometido".

Continuará...

2 comentarios:

humo dijo...

Hoy sí que me quejo, Señor Cónsul.
La queja se refiere a que ayer para usted ya era Año Nuevo para mí y no se ha molestado en felicitarme.
Espero que haya sido por ocupaciones agradables, en cuyo caso estoy dispuesta a perdonarle.

Como hoy ya es también Año Nuevo para usted, le deseo un 2010 redondo.

Un beso

Noemí Pastor dijo...

He venido de visita al consulado y me he quedado un rato a gustito. Nos leemos, monsieur.